PERDER EL CONTROL

3 comentarios  


El destino de mis sentimientos, si es que existe fin para lo intangible, se escribe en mis dedos. Yo ordeno el nacimiento con la misma convicción con que decido su muerte. Los presto una edad y un paraíso hasta que diosa cruel los destierro al olvido. A ratos, benevolente, los alargo la existencia, aún cuando desdeñosos arriesgan el equilibrio de mi verdad.

Criaturas a mi voluntad, marionetas agarradas a los hilos de mi egoísmo. No hay más, nadie más puede moverlas, autoridad solitaria la que ejerzo. Mas les tocó razón débil. Temerosa de perder el control decidió dejar su reino, escapó abandonándolos a merced de su sombra. Esta decretó anarquía y vació mis dedos de seguridades.

Razón cobarde.
Revolución de sentimientos que inconscientes perdieron su destino.

ALGUIEN

1 comentarios  


Si alguien pudiera concederme un deseo le pediría que me hiciera dueña del tiempo, un instante valdría, agarraría por las solapas al futuro y a gritos de incertidumbre le obligaría a hablar. Si la rabia no funcionara intentaría chantajearlo. Un cambio: su sabiduría por mi presente. Porque mi presente es cojo, para poder andar se apoya en el ayer pero le falta la muleta del mañana. Por eso se tambalea, por eso a veces tropieza y se hace daño. Pero también cuando descansa en unas rodillas, cuando esconde la cabeza en unos hombros, cuando ve que sus sueños escondidos se realizan se vuelve tan egoísta que nada le importa. Se mira en un espejo que le devuelve su imagen multiplicada, sin sitio para nada más. Correr es lo que lo mueve y volar lo que lo para.

Si esa misma persona en vez de hacer milagros fuera, por imaginar, arquitecto le pediría que me enseñase a derribar muros, los necesarios para que pasará la luz, me enseñaría a mantener las columnas que aseguran mi tejado por si algún día necesito un buen refugio, dejaría en sus manos las obras en mi carácter. Entonces, abriría ventanas por si alguien que errante paseara por mis jardines se quisiera asomar, perdería las llaves de mi puerta, o mejor, destrozaría los candados a martillazos de seguridad por si algún loco con la vista poco clara se decidiera a visitarme.

Si por el contrario fuera un pintor de sencillez le compraría todos sus cuadros, usaría sus pinturas para adornar mis paredes hasta que tapara por completo ese feo papel, ese laberinto sin salida en el que se pierden mis ideas, incluso dejaría algunos sin colgar, esparcidos por el suelo para cuando me pesa la mirada y no logro levantarla.

También podría ser afilador que pasará silbando melodías, las escucharía y de un salto recuperaría esos cuchillos que guardé ya inservibles hace tiempo y que utilizaba para cortar el miedo, su filo volvería a brillar y mi valentía sería capaz de enfrentarse a esa larga incertidumbre que encuentro en todas partes, me reiría en la cara de ese maldito miedo que me da perder.

Mas lo ideal es que fuera repartidor de ecos a domicilio. Le encargaría el eco de una voz, el eco de una risa y hasta el eco de unas manos, pasaría mis noches entre esos sonidos, olas recuperadas con las que jugaría sin descanso y respiraría... hasta alcanzar esa isla que encontré un principio de verano y que ojalá ningún silencio me robe.

UTOPÍA

3 comentarios  


Busco la lluvia que no muere en el suelo; las débiles hojas que resisten caídas. Busco espejos que reflejen sueños, pasados que sean eternos, futuros que expliquen por qué; busco noches en sol alumbradas, madrugadas con luna creciente; Busco interruptores que apaguen el miedo, caracolas que encierren silencios. Busco nubes que no lloren nunca, montañas al nivel del mar, playas en el horizonte mientras me salpico de agua con sal. Busco castillos que no vuele el viento, truenos que asusten al ruido, rayos en siete colores, arco iris con pasos de cebra, barcos con todo a babor. Busco fronteras con camino rojo invitando a pasar; busco escaparates que oferten pupilas, levanto las piedras por ver las estrellas; busco petroleros que extraigan ternura, minas de amistad, enemigos que escupan caricias, desiertos que sacien la sed… perdona que no me detenga pero es que no tengo tiempo que perder.

TIEMPO

4 comentarios  



No tengo muy claro por qué me detengo en esta ventana de paisaje blanco. No tengo intención de hacer alquimia con las letras. Hoy no quiero decir nada. Hoy no es día de hablar a través de las palabras. Preferiría que desaparecieran, intuyo que por eso las escribo, como única premisa para borrarlas.
Es martes, 19 de septiembre. Detalle sin importancia si no fuera porque ando despreciándolo, desperdigando el día por las ventanas de un sistema operativo.
Abro, cierro, me asomo, lanzo el tiempo que me sobra para perderlo de vista. Lo mato porque camina lento. No le tengo piedad porque trae las manos vacías.
Llevo observándolo un buen rato. Lo hago de reojo, disimulando, pero sé que lo sabe. El siempre mira fijamente y te aguanta el envite si osas retarlo. Nunca me atrevo, el único riesgo lo asume mi curiosidad. Cuando se topa con ella da un paso atrás. El mismo juego toda la mañana. Decido ofenderle a pedradas de indiferencia. Me humilla a carcajadas de tentación. Soy débil, caigo, me siento a esperarlo.
Ver pasar el tiempo es una droga dura con sus efectos alucinógenos. Una pequeña dosis y me evado de la realidad. Me recrea el pensamiento con preguntas que contemplo no como algo subjetivo, no como cosa intangible. Noto sus cuerpos, distingo sus volúmenes, me manchan sus colores. No nacen para mis oídos, el tiempo se las regala a mis ojos.
Una de ellas es asidua al espectáculo de mis incertidumbres. La primera, la que dirige el desfile. No podría asegurarlo, nada en su aspecto la hace diferente a las demás pero la reconozco esencial.
¿Por qué un concepto inventado define mis actuaciones?
El tiempo.
Droga que cierra el círculo de mis ideas. Es pregunta y respuesta de si mismo. Y yo observándolo. Notándolo avanzar mientras escupo alucinaciones que quedan entre los dientes.
Tengo que desintoxicarme de tiempo perdido. Debería hasta dejar de nombrarlo. Norma de estética para mi filosofía.
Perdono al que vino vestido de segundos anteriores. No le haré recuerdo que es hacerlo eterno. Le daré una edad, la que duré este paisaje cada vez menos blanco y más tiempo aprovechado.
Sobra el escepticismo. Acabo de encontrar respuesta a la pregunta abonada a mi duda existencial. Se la he robado al aburrimiento.
Ahora lo sé. Todo es concepto.
¡ Bajo ninguno olvidaré este alivio!