HIRIENTE ARENA

 

Manos llenas de arena.
En prietos puños postuladas para que no haya duda de intenciones.
Mi determinación es conservar intacto aquello que trocó de ilusión a costumbre.
Sentir es añorar en mi ambición.

Ya me encadené al hambre.
Agónicas quimeras en hábito de pérdidas.

Arena es lo que cuenta mi inventario.

De nuevo suma onírica con solución de resta, de resta que divide.

Ya no se nombran tantos.
Son pocos los que huyeron del suicidio de nombres en mis labios.

Se alejaron los pares pese a mi mano helada que en solitario puño se protege del frío.
Tan sólo fue querencia.

Para que cesara la tormenta de arena.

Para que no os entierre.

Pero siempre regresa este sinfín errante y quedo espectadora de una duna a mis pies.

Intuyo que desierto quiere decir comienzo.

Las yemas de los dedos ya han tocado la piel.
Apenas unos granos me alejan de la puerta.
Yo sé que pasará cuando la cierre.
Nacerán otras piedras, sustentadas en las palmas ya vacías y abiertas.
Erradas de ilusión se encogerán de nuevo para que no se pierdan...

Ignorante erosión de renovada arena.

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